//De un sistema educativo a una sociedad educadora

De un sistema educativo a una sociedad educadora

18 de Diciembre de 2012

La provincia de Mendoza tiene condiciones para construir una propuesta educativa mejor que la que tiene: muchos buenos docentes, directivos, supervisores, un sistema político que en general, tiene claro que la escuela debe “cuidarse” como un espacio “de todos”, en el sentido de no introducirle debates o intereses extraños a los educativos, y una directora general de escuelas con capacidad, conocimiento y voluntad de producir cambios. No todas las provincias argentinas cuentan con estas condiciones, es más, la mayoría no las tiene.

Entonces, ¿qué es lo que falta? Definir metas comunes, compromisos de todos alrededor de dichas metas, entendiendo que los alumnos son la prioridad, y que el rol de los adultos, sean docentes, padres, funcionarios o ciudadanos comunes, es garantizarles las condiciones para que puedan crecer, aprender, y desarrollarse.

Cuando se plantea la idea de metas comunes, no basta que las autoridades las tengan, que los padres tengan las suyas, algunos dirigentes políticos también. El desafío es que estén claras las de todos, las comunes, las públicas y que todos comprendan que en este carácter, son prioritarias, están por encima de las de cada uno.

Y es bueno recordar estos criterios cuando la provincia se encuentra discutiendo una nueva ley de educación, es fundamental que sea clara, estratégica y que sea vivida como un proyecto “de todos”. A veces las leyes se llenan de detalles y se vacían de sentidos profundos. Mendoza debe cuidarse de no caer en ese error.

El gran aporte que una ley puede hacer a la educación de la provincia es, en primer lugar, fijar sentido, metas, explicitar claramente lo que se busca.

En segundo lugar, debe ser capaz de establecer las responsabilidades de cada uno para alcanzar el cumplimiento de dichas metas.

Luego, fijar el modo a partir del cual se evaluaran los avances y se definirán las correcciones de rumbo.

La ley tiene que decir claramente a qué se comprometen los docentes, los funcionarios, los padres, los alumnos y la comunidad en general, en este nuevo contrato educativo. Cada uno debe asumir el compromiso de cumplir con su parte del contrato, su responsabilidad personal, para mejorar el futuro de la provincia.

No puede quedar la responsabilidad educativa solamente en “los hombros” de la Directora General de Escuelas, por más virtudes profesionales y personales que tenga. Eso funcionaba en sociedades verticales en las que los de arriba daban órdenes y los de abajo las cumplían. En comunidad democráticas, no hay una única “locomotora”, sino que el “tren” debemos moverlo todos.

Se observan en la nueva gestión educativa de la provincia, innovaciones, propuestas, discursos, que están en la buena dirección. Pero necesitarán de un fuerte compromiso social para impactar los modos de enseñar y aprender. La educación se juega en las escuelas, en las casas, en los espacios públicos, y allí es donde deben plasmarse los compromisos, los esfuerzos, los cambios.

Mendoza tiene una buena oportunidad educativa, la Legislatura debe hacer su aporte con una ley clara, estratégica, de fundamentos, que haga las veces de un contrato, de un acuerdo de la sociedad educativa por su mejora. Los legisladores deben entender el sentido estratégico de su rol.

Definido el rumbo, deben dar autoridad y poder a los funcionarios, docentes, directivos, supervisores, confiar en ellos, respaldarlos. Y al mismo tiempo debe monitorear sus acciones por los resultados que muestran, por el impacto de sus intervenciones. La mejora de los aprendizajes de los alumnos y la retención de los chicos en las escuelas serán el principal modo de evaluarlos, para proponer ajustes, fijar nuevas metas o para renovar el apoyo cuando la tendencia es positiva.

Como plantea el último Plan Nacional de Educación de Brasil, “necesitamos tener escuelas menos estatales y más públicas”, es decir, escuelas que nos acerquen a los objetivos de todos, que los alumnos aprendan más, mucho más.

Metas claras, indicadores para evaluarlas, compromisos de los actores, capacidad para cambiar cuando los resultados lo indican.

Creo que se han dado pasos correctos en el último tiempo, el desafío es transformarlos en una gesta colectiva, en una movilización de los adultos mendocinos por la mejora del futuro de niños y jóvenes. La mejor política educativa es la que suma apoyos, adhesiones y compromisos, la que excede a la escuela para construir una verdadera sociedad educadora.

2018-06-02T03:33:40+00:00 18/12/2012|Novedades|